Varios factores delatan
la radicalización de las posiciones políticas en Venezuela,
especialmente del lado del gobierno. Hace pocos días,
el
presidente llama a un relanzamiento de algunas de las misiones que
actualmente mantiene el gobierno; aunque no
vamos a detallar aquí todas las críticas que se han esgrimido en
torno al tema de las misiones, sería importante reflexionar, al
menos, sobre lo que ésto ha significado para el desmantelamiento de
la institucionalidad en el país, especialmente de sus ministerios.
Por otra parte, las declaraciones que hace Giordani en su
citadísima
carta no son precisamente de arrepentimiento,
más bien critica la falta de claridad y voluntad política por parte
del gobierno en profundizar las medidas económicas que han acabo con
el aparato productivo y la economía nacional, en 15 años. Esta
radicalización de la posición política por parte del gobierno debe
estar muy relacionada con la coyuntura de las
votaciones
internas del PSUV, ya que la crisis pasa
factura por todos lados. Todo esto indica que al gobierno le importa
poco lo que piense la oposición de su proyecto político, no le
interesa convencer a nadie y le tiene sin cuidado las críticas que
esto pueda desatar. También se afanan en la intensificación de
controles sobre los precios, cuando es precisamente ésto, según los
economistas, lo que ha ocasionado la crisis económica, otra señal
de que el gobierno huye hacia delante.
Todo esto pareciera
indicar que la radicalización del gobierno en contra de la opinión
popular no es una consecuencia política de sus acciones, si no un
interés particular por marcar distancia de los sectores críticos de
la oposición.
En cualquier democracia
moderna, los factores oficiales estarían obligados a negociar esta
crisis con todos los sectores del país, incluida la oposición; no
obstante, en Venezuela, el gobierno se empeñó en gobernar solo para
una parte de la población, está aislado en su crisis.
Lamentablemente para el país, la oposición también se encuentra
distraída en sus guerras internas, de manera tal que no hay forma de
capitalizar el descontento creciente en los sectores que apoyan al
gobierno nacional.