viernes, 4 de julio de 2014

La destecnologización de un país

La historia política de cualquier país siempre está llena de muchas ironías. Ironías que se originan desde el momento en que el discurso político pretende preceder a una realidad que siempre se impone, y que además, lo niega. Ya Hitler decía, en su Mein Kampf, que las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña. Basta profundizar sobre la propaganda política de lo que un gobierno hace alarde, y nos daremos cuenta de lo que realmente carece, lo que más promocionan como un éxito es realmente el mayor de los fracasos.

En el caso venezolano nos sobran ejemplos, comenzando por la consigna de: “Venezuela, potencia energética mundial” en un momento donde el país pasa por la crisis más fuerte del sistema eléctrico nacional, y los organismos internacionales alertan sobre el mínimo en los últimos 20 años de producción petrolera.


El área de las tecnologías pasa por un momento similar; el gobierno se afana por decretar la soberanía tecnológica apalancando con recursos públicos proyectos aislados, inorgánicos y que no pueden aportar nada en un país completamente desarticulado y sin rumbo fijo; además, con una crisis económica galopante que azota tanto a la empresa privada como al gobierno, y que no permite mantener una política seria y sostenida de tecnologización de los procesos. Una economía con múltiples diferenciales cambiarios que se distancian entre sí hasta en un 1000%. Esto hace que estemos llenos de celulares y tablets de última generación (a todos los precios), pero empresas públicas y privadas que afrontan serios deterioros en sus sistemas e instalaciones tecnológicas. Un importante Centro Comercial (CC) de la ciudad contrata personal de seguridad adicional para ayudar a personas con diversidad funcional a subir y bajar a los distintos pisos; sale más económico esto que arreglar ascensores y escaleras mecánicas. En otros CC, las máquinas dispensadoras de tickets de estacionamiento ya no funcionan, prefieren contratar personal para entregar papelitos escritos a mano; otra importante empresa, esta vez del sector público, no puede reponer sus lectores biométricos para marcaje del personal, entonces regresa a la carpeta y el bolígrafo para el registro de asistencia.

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