domingo, 7 de septiembre de 2014

La tiranía del presente

Hay una disposición natural en los sistemas de organización social que los incapacita para manejar la relación de la sociedad con su futuro. Un contexto de excesiva incertidumbre como el que vivimos actualmente es difícilmente interpretable por un sistema o conjunto de sistemas que para su constitución agotó largos lapsos de tiempo. El dinamismo de la realidad actual atropella cualquier estructuración de la realidad según parámetros previamente establecidos y rigidizados por sistemas no-dinámicos. Innerarity lo llama “La tiranía del presente” aludiendo a la ventana cortoplacista que todo lo absorbe: “Nos encontramos en un régimen de historicidad en el cual el presente es dueño y señor absoluto. Es la tiranía del presente, es decir, de la actual legislatura, el corto plazo, el consumo, nuestra generación, la proximidad... Es la economía que privilegia la lógica financiera, el beneficio frente a la inversión, la reducción de costes frente a la cohesión de la empresa. Practicamos un imperialismo, que ya no es espacial sino temporal, del tiempo presente que lo coloniza todo.”

La exacerbación significativa del presente en detrimento de un futuro inmediato y más lejano, es un proceso correlativo; entre más lejos el futuro menor interés por él. Le pedimos al presente cosas que no estamos dispuestos a esperar para después. La política y el marketing del consumo comparten este fuerte vicio, la hegemonía de la inmediatez. A pesar de que las consecuencias de las decisiones políticas desembocan más claramente en futuros lejanos, nuestro único enfoque de interés sigue siendo la fugacidad del presente y su narcotizante efecto distractor.

La explicación de este “presentismo” omnipresente, en política, es variada y múltiple, pero como factor principal se podría establecer la ciclicidad de los períodos electorales. La acción política está fuertemente parasitada por el interés de “permanencia en el poder”, de allí el populismo, las medidas cortoplacistas y el desafecto por medidas con resultados a largo plazo, que podrían beneficiar a otras personas de la escena política. También hay que mencionar que la disminución de este horizonte temporal en las políticas públicas no es algo sólo de los políticos, sino también de los electores; la miopía es compartida en la medida que nadie conoce el futuro y no sabe si estará en él.


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